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CACHERA, GASTRONOMIA Y cueva

Del cerdo podemos decir que se aprovecha prácticamente todo. Los casamoyeros han sabido sacarle partido a este animal, aprovechando las diversas variedades gastronómicas que se pueden obtener de él.


Aproximadamente por el mes de febrero tenía lugar la tradicional matanza, en la que el gorrino salía de su cachera por última vez. Realizándose en un mes tan frío se garantizaba que la carne tuviese las condiciones óptimas tanto para la elaboración de productos como para su posterior conservación.


Esta costumbre, tan enraizada en España, se fue desvaneciendo lentamente, tal vez, debido a la aparición de las primeras carnicerías que proporcionaban la comodidad de evitar el movilizar a toda la familia a la hora de sacrificar al animal. Aun así, no debemos olvidar que esta tradición aúna la elaboración de carnes y embutidos producidos de forma artesanal con unas propiedades de conservación peculiares que permitían tener la despensa llena durante todo el año.


Una vez ejecutado el animal se le retiraba el pelo quemándolos con aliagas que se traían previamente del monte. Después se lavaba con agua caliente y se frotaba con piedras ásperas para su posterior afeitado.



Cacheras dentro de un pajar de Casas de Moya.

Preparando al cerdo para la matanza en Casas de Moya

GASTRONOMIA. viviendo del cerdo

Dos de los platos más tradicionales de Casas de Moya que se obtenían a base del cerdo han sido el morteruelo y las gachas o almortas.


-El morteruelo se realizaba a partir del hígado del gorrino, el cual se sofreía y se mezclaba posteriormente con un diente de ajo hasta formar una pasta densa. Después se removía la mezcla añadiéndole especias como pimienta, canela, pimentón y clavillo. Una vez bien mezclado, se añadía todo a la sartén junto con aceite de oliva y se cocinaba lentamente mientras se la iba añadiendo pan rallado. En algunas variantes se le añade piñones, aunque en Casas de Moya no se estilaba incluirlos. Fue un alimento muy consistente que ayudó a sobrellevar los fríos días del invierno.


-Las gachas fueron un manjar que libró de la muerte a la mayoría de los habitantes de nuestra región y a los vecinos de La Mancha, con quienes compartimos tradición gastronómica de dicho plato, ya fue que uno de los escasos alimentos a los que se podía acceder, siendo, además, una rica fuente de proteínas.


-El embutido ha sido otro aprovechamiento tradicional del cerdo. Longanizas, morcillas, chorizo o la güeña, eran algunos de los productos que casi todo vecino elaboraba. También se realizaban otros manjares y conservas que podían resistir hasta unos tres meses mantenidos en un lebrillo de barro cocido que a su vez se almacenaba en cuevas.



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Las gachas se elaboraban a partir de harina de guijas. Durante los años de la posguerra su consumo fue excesivo. Esto originó una grave enfermedad a la población: el latirismo, causado por una toxina presente en ese tipo de harina, y que desembocó en una pandemia a mediados de los años 40. Esta enfermedad crónica afectaba al sistema nervioso central y al óseo, causando parálisis en la mayoría de los casos. Por este motivo, en 1944 se prohibió la venta de esta harina para consumo humano, permitiéndose sólo para uso animal. Aun así continuó vendiéndose de forma clandestina en los años 60.

cuevas subterráneas. las despensas frescas y naturales

Cueva bajo un pajar en la Calle Escuelas esquina con Calle San José

Aprovechando el terreno colinado donde se asienta Casas de Moya, en algunas de las viviendas o corrales se excavaron, de forma manual, unos pequeños habitáculos a modo de cueva.

El principal uso que se le daba a estos subterráneos era el almacenaje de alimentos y bebidas para favorecer y mantener su conservación en el tiempo, pues como sabemos no se disponía todavía de los frigoríficos como en la actualidad. En algunos casos, también se almacenaban fardos de heno para alimentar a los animales.


Algunas de estas galerías son de tipo más rudimentario, donde principalmente se almacenaban tinajas con aceite o vino y otras mejor acondicionadas, donde se colocaban carnes, embutidos y botes de conserva, entre otros.


Diversos de estos habitáculos podían requerir mayor o menor trabajo en su excavación a la hora de lograr una profundidad apta que permitiera la conservación de los víveres. Las casas que se encuentran en lugares más llanos debían cavar más verticalmente, mientras las que se encontraban junto a una pendiente mayor, aprovechaban el desnivel para perforar de forma horizontal si ahondar tanto.