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CALERA DEL GAMONAR

Las caleras u hornos de cal son unas construcciones que se utilizan para obtener óxido de calcio a partir de rocas carbonatadas vivas. A pesar de que su parte superior se derrumbó parcialmente, se puede observar que conserva perfectamente su forma circular y el recubrimiento interior de sus paredes. Tampoco se puede apreciar su profundidad original, pues se encuentra taponado y cubierto de tierra y vegetación. Su ubicación está en una zona óptima de las cuales se podía obtener la materia prima para su funcionamiento: afloramientos de roca caliza y abundante leña de recursos forestales de pino y carrasca, aunque también se obtenía mediante los restos de podas de cultivo de secano como almendros y olivos. Esta calera de El Gamonal se fabricó en piedra obrada con mortero, aunque algunos, ya más modernos, también se construían con ladrillo cocido. La capacidad de esta calera ronda entre las 20 y 30 toneladas de roca viva.

La utilización del producto resultante de las rocas calizas era muy diversa:

En el campo se usaba como herbicida, para prevenir ciertas plagas. También se untaban de blanco los troncos de los árboles para impedir la agresión de insectos que dañan la madera. Para la construcción se empleaba como unión entre los elementos que componían las estructuras, por ejemplo, las piedras y maderas de una casa. Se utilizaba para pintar las fachadas y el interior de las viviendas, ya que proporcionaba aislamiento térmico e impermeabilidad. También ha sido utilizado como desinfectante o para higienizar las aguas. Además, era habitual tomar agua mezclada con cal para cubrir las deficiencias de calcio en el organismo.



el proceso de elaboración de la cal

En primer lugar, se debían de recoger o extraer los fragmentos de roca adecuados y clasificarlos según su tamaño. Después se cargaban las piedras en el interior de la mejor forma para una óptima cocción, formando una bóveda que deje espacio en su interior para permitir la quema. Al ir quebrando las rocas para apilarlas, se desprendían fragmentos más pequeños que servían para cubrir los huecos que quedaban entre los pedazos de piedra mayores.


Una vez cubierto el horno completamente hasta la parte superior, se terminaba de echar la piedra conformando una cúpula. Todo este procedimiento de preparación podía llegar a alargarse hasta una semana.

Seguidamente, se procedía a la combustión que, dependiendo del tipo de piedras, la leña utilizada y el tamaño de la calera, podía ocupar hasta 72 horas de quema de forma continuada a una temperatura aproximada de 1000º C. El control del fuego se realizaba por tandas entre los calcineros turnándose entre día y noche.


La señal de que la cocción había llegado a término era cuando se veían las llamas de color azulado sobresalir por la cúpula del horno y la piedra se tornaba blanca, el tono propio de la cal.


Con el enfriamiento del horno, este se vaciaba manualmente, comenzando desde el centro, donde aún se conservaban temperaturas elevadas. Después se sacaba la cal para machacarla y empacarla en sacas.



Rocas calizas

Cobertura de arcilla

Muro externo

Bóveda

Cámara de combustión

Entrada

Apoyo de la bóveda

Infografía de las partes de una calera. Fuente: El Horno de Montesa

Los majanos son montones de piedras que se amontonan a orillas del terreno. Surgen de la propia tierra mientras se prepara para su cultivo. Información ampliada en el punto:                                 

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el oficio del calcinero

Su labor ha estado ligado siempre a la tierra, como el resto del sector primario, en una sociedad enfocada a la realización de labores de autoconsumo. Eliminaban la maleza de los montes recogiendo las inflamables ramas secas caídas a la vez hacían acopio de las rocas calcáreas de los afloramientos naturales o las que procedían de la fabricación de los bancales.


La cal producida se utilizaba para la agricultura, la ganadería y en la construcción, creando un ciclo completamente sostenible, mirando desde el enfoque medioambiental.


Los calcineros disponían de cuadrillas, generalmente miembros familiares a los que en ocasiones se les sumaban jornaleros de apoyo. No era habitual que el terreno en el que se ubicaban las caleras fuera propiedad del mismo calcinero. Normalmente se encontraban en parcelas comunales de los ayuntamientos y los calcineros se alternaban utilizándolas de forma rotatoria. Cuando el terreno pertenecía a alguna propiedad privada, ésta obtenía comisiones, bien en forma de fracciones de cal o bien una proporción del beneficio, a cambio de la leña utilizada de su parcela. Sin embargo, no se pagaba nada ni por el uso de la calera ni por las rocas utilizadas.


El calcinero además realizaba otras labores aprovechando los recursos del monte como la obtención de madera de pino para elaborar carbón, recolección de leña para los hogares y el horno de pan del pueblo, recolectara y elaborar piezas de esparto o incluso la fabricación de garrotes.


Se trataba pues de un oficio duro el del calcinero, pues a parte de tener que lidiar con las inclemencias del clima tenían que trabajar velando en la noche para avivar el fuego de la calera, aunque se dice que al estar directamente en el medio natural y expuestos al producto químico de la cal muchos se han hecho resistentes a ciertas enfermedades.