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TRULLOS

Fachada con trullo en su interior, ubicado en la Calle Nueva de Casas de Moya. Imagen: Rubén Guaita

Trullo tapado con tablones, ubicado en la Calle Nueva de Casas de Moya.

Imagen: Rubén Guaita

Casas de Moya vivió también el auge de la expansión de los viñedos, hecho que propició que muchos vecinos pudieran elaborar su propio vino dentro sus viviendas. El trullo es una especie de fosa o lagar, de forma rectangular, excavada en el interior de las casas. Etimológicamente, proviene del latín, y significa "prensa".


Está cubierto por una serie de tablas sobre las que se pisaba la uva hasta que el mosto se iba depositando en el poso profundo. Su fondo presenta una ligera inclinación en dirección a uno de sus bordes para facilitar la posterior retirada del mosto y del vino.


La tarea del pisado de la uva se continuaba realizando hasta alcanzar el volumen total del trullo o hasta finalizar con el total de las uvas disponibles. Posteriormente,el vino se almacenaba en tinajas de barro donde tenía lugar la fermentación que precedía a la obtención del producto final deseado.


El vino obtenido se utilizaba habitualmente para consumo propio, aunque también se comercializaba o intercambiaba a modo de trueque.


La viticultura ha sido la pasión de muchos de los casamoyeros. Ha logrado vincular los quehaceres cotidianos del hombre con los de la fiesta u otras tradiciones en los que el granate líquido brotaba de boca en boca a través de la bota o el porrón.


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INFORMACIÓN ADICIONAL EN EL PUNTO:

SOLEARES AL VIEJO TRULLO VENTURREÑo


"Déjame, amigo murmullo, abismarme en las entrañas del viejo y humilde trullo.


Déjame, al compás bailar con el mozo pisador, las uvas en su lagar.

¡Pisador, por si no es cabal tu rito estrujado, mueve de nuevo los pies!


Termina los estrujones de los racimos, sangrantes, rotos sobre los tablones.

Hunde en la profunda bruma la lluvia del tibio mosto con su oleada de espuma.


Pisador, termina el rito; deja trasmutarse el mosto en tinto vino exquisito.

¡Déjame, trullo, que mueva tus vivíficas fragancias para que el amo las beba!


Anclada en la rinconera, la oronda madre tinajala flor del trasiego espera.


Un día, de sol a sol, la media arroba va y viene vertiente sobre el trascol.


El trascol se abrió en la boca de la rotunda tinaja, que bebió como una loca.


Y aun destilando su jeta, lagrimeando granates, casi rinchó la trulleta...


Pues fuiste otrora el orgullo del viñador venturreño, umbroso y humilde trullo.


¡Invéntate hoy un azumbre que mitigue mis temblores entre el frescor y la lumbre!


Feliciano A. Yeves Descalzo - Poemario venturreño 2002